jueves, 27 de septiembre de 2012

Un Regalo de Diraya (la primera entrada).

En 1988 conocí a Miguel Castro y a través de él, el trabajo de Arno Stern.
Las Condiciones de la Educación Creadora, de diferentes maneras, han seguido presentes en mi vida desde entonces, concretándose esporádicamente en diferentes cosas y aspectos puntuales.
Es ahora cuando se dan las circunstancias favorables para su desarrollo en algo, que también ha estado siempre en mi vida, la música.

Aquí os dejo un regalo que “Diraya” ha escrito para mi blog sobre las condiciones de la “Educación Creadora”

Las condiciones de la Educación Creadora, que Arno Stern plantea en su taller de pintura, con las que ha trabajado toda su vida y sigue haciéndolo aún, son unas condiciones en las que la naturaleza humana puede desplegarse sin límite, ni trabas.

El trabajo se desarrolla en un grupo de unas características determinadas. Está compuesto por personas de diferentes edades (un niño de dos años, otro de siete, otro de diez... adultos de distintas procedencias, ancianos...) todo tipo de personas diferentes, como efectivamente somos todos. Tenemos características comunes que nos definen como seres humanos pero al mismo tiempo somos incomparables.
Viviendo de este modo la diferencia e integrándola como elemento de riqueza en el grupo cada persona puede sentirse aceptada por ser quién es, sin necesidad de adoptar patrones o composturas que le son ajenos. Puede sentirse libre de desarrollar todo lo que le pertenece, de forma libre.

En este contexto desaparece el juicio sobre el trabajo de los demás y... con el tiempo, sobre el propio.
No existen cosas bien o mal hechas, existe un proceso ilimitado de juego, investigación, aprendizaje, donde no hay error, hay procesos de crecimiento.

En palabras de Arno Stern; “ser uno mismo, entre los demás”

Este grupo juega. Pero este juego se desarrolla con una reglas que lo hacen posible.
Existe en la estructura, un espacio que posibilita la investigación. Es necesario que el material utilizado sea el apropiado, que permita múltiples posibilidades, que permita la divergencia.
Las necesidades de cada persona son diferentes, por este motivo no existe un programa común para todos sino que es esta estructura, cuidadosamente preparada, la que permite investigar en función de los intereses particulares, siguiendo la propia “deriva personal”.

Existe un espacio colectivo, físico y material que se comparte. En este espacio es necesario tener en cuenta a los demás pero al mismo tiempo, existe un espacio privado que no se comparte con nadie.
Un equilibrio entre las necesidades personales y las necesidades del grupo.
Este equilibrio es el eternamente buscado en la mayor parte de las situaciones cotidianas en las que nos encontramos. Es la necesidad de poder vivir en grupo, para lo que estamos naturalmente preparados, sin renunciar a nuestra esencia personal. Arno Stern lo define para un juego concreto, Pintar, y muchas personas estamos trabajando en diferentes ámbitos teniendo como referencia su taller de pintura.

En su taller existe este equilibro entre lo personal y lo colectivo.
El trabajo de cada uno, en el que nadie entra jamás a comentar, valorar, interpretar...y una mesa-paleta, unos pinceles y pintura que se comparte por todos. Todos utilizan el mismo material preparado para este juego. Se hace necesario aquí tener en cuenta a los otros. Todos, niños y adultos lo manejan con extremo cuidado, para que siempre esté disponible en perfecto estado.
Se trabaja muy cerca, unos de otros. Comparten además dentro del grupo, en la hora y media que dura la sesión lo que son, lo que les define: su seriedad, su capacidad de juego, su alegría, su sobriedad, sus bromas, su cansancio físico o su intensidad de trabajo...pero jamás nadie entra en el contenido del trabajo de los demás.

Por último, es necesario que este juego sea “asistido”. La persona que asiste lo que hace básicamente es “no juzgar”. Para que esto sea posible hay que tener una mirada centrada en las necesidades de las personas y no en el resultado de su trabajo.
No dirige, no enseña, no corrige, no aparta de la propia investigación. Hace todo aquello que es secundario, que no pertenece al contenido del trabajo.
Por otro lado hace cumplir las reglas, necesarias para que el juego sea posible para todos.

En el taller se aprende, pero no se enseña. Todo aprendizaje se da por investigación. Nacemos con el impulso, la necesidad y la capacidad de explorar. El juego y la investigación es la manifestación de la acción del ser humano.
Todo lo que se aprende desde las propias necesidades y con las propias capacidades, son aprendizajes profundos, porque tienen un sentido interno. Esto hace además crecer la confianza: “yo puedo”

Tener al lado una persona que “asiste” sin juzgar posibilita también ese equilibrio humano entre “Yo” y “Los Demás”. Necesitamos de los demás, pero esa necesidad es de aceptación, de respeto, de cuidado, no de dirección externa.


Estas condiciones son las que posibilitan el crecimiento ilimitado de las personas. Arno ha podido ver, investigar y estudiar el juego de pintar. Sus investigaciones le han llevado a encontrar que, en este juego existe lo que él ha llamado “Formulación”.
Todo el trabajo que Arno continúa desarrollando lo ha hecho en estas condiciones brevemente descritas aquí y son extensibles a otras actividades y relaciones humanas.

Aceptación de la diferencia
Equilibrio entre el espacio personal y de grupo
Asistencia






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